En la exposición “Bestiarios Tecnológicos” que se encuentra en la Casa Barrientos de la Lectura Infantil, pudimos apreciar el resultado de un taller de creación que se llevó a cabo en el Parque Biblioteca de Belén: objetos híbridos entre animales y desechos tecnológicos.
Al entrar, nos esperaban inusuales esculturas con formas que evocaban a animales, pero cuando observábamos más detenidamente, reconocíamos que el material que daba forma a estas criaturas eran residuos tecnológicos de aparatos relativamente recientes, pero que por la gran velocidad con que avanza la tecnología ya son objetos obsoletos e inservibles.
Los bestiarios
son animales mitológicos, mágicos y fantásticos, un conjunto de bestias y
animales que se hicieron muy populares durante la edad media, con el fin de
infundir el temor en las personas creyentes de la religión católica. Los
bestiarios estaban llenos de quimeras y monstruos atroces, casi todos ellos
símbolo de la perversión, del mal y del destino implacable y aterrador que
esperaba a quienes eran condenados a permanecer toda la eternidad en el infierno.
Hoy ya no
tenemos esos bestiarios simbólicos, pero ¿Qué puede ser más monstruoso que la
invasión de los residuos indestructibles de nuestras propias invenciones? Todos
los artefactos tecnológicos de las últimas tres décadas han sido creados con
materiales que no pueden ser reciclados, reutilizados ni reintegrados a la
naturaleza. Su acumulación en los basureros crece exponencialmente, como un
monstruo que estaba dormido y se levanta con furia al ser despertado cuando aún
no era el momento.
Nuestro medio
ambiente se está viendo seriamente deteriorado por nuestras ansias de progreso
y de comodidad. Cuando aquellos objetos que nosotros mismos hemos fabricado ya no
nos brindan el bienestar que esperamos de ellos, los dejamos a la deriva,
abandonados en medio de una naturaleza que no puede procesarlos ni reconocerlos
como parte suya. Nos vemos inundados entonces de una gran cantidad de objetos,
y su aumento se escapa a nuestro control.
Estamos
obligados a convivir con los monstruos que salieron de nuestras propias manos,
aquellos que algún día fueron útiles, pero que ahora se vuelven en contra
nuestra.
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